Este artículo se adentra en las diferencias entre la inversión y otras disciplinas. Estas diferencias causan mucha confusión, tanto al común de los mortales como a los profesionales. En el análisis prestamos especial atención a los sesgos psicológicos, origen de tantas equivocaciones financieras.
El amateur puede ganar al profesional.
Esta es una enorme diferencia entre la inversión y la inmensa mayoría de los ámbitos de la vida. Por mucho que me empeñe es muy difícil que yo diseñe una estructura de un edificio mejor que mi socio Juanma. Del mismo modo, mi socio no podrá elaborar un programa para controlar un robot mejor que yo. Ninguno de los dos podríamos ganar un partido de tenis a Rafa Nadal.
Bien, esto es lo que pasa en la mayoría de ramas de la economía moderna. Sin embargo, como inversores, los “aficionados” podemos ganar a los profesionales. Y el motivo es simple, la inversión tiene una componente elevada de azar, de forma que es estadísticamente más fácil superar a personas con más conocimientos y experiencia que nosotros. Si sois pacientes podéis seguir un pequeño experimento que planteamos aquí y aquí.
Cuanto más largo el plazo de inversión más tendencia estadística a acercarnos a la media. De forma que la idea intuitiva de “dejar nuestras inversiones en manos de un profesional” puede no funcionar. Para ser justos, hay que reconocer que los fondos de inversión tienen serias desventajas respecto al particular en cuanto a reglas, normas y comisiones. El aficionado puede concentrar o diversificar eligiendo vehículos de bajo coste lo cual le da ventajas sobre la gestión tradicional.
Rentabilidades pasadas no aseguran rentabilidades futuras.
Este lema, usado hasta la saciedad cada vez que aceptamos las condiciones de un producto financiero, es poco seguido en la práctica. Muy a menudo muchos inversores ponen su dinero en activos que han subido mucho recientemente. Este curioso comportamiento no se observa en otro tipo de compras. Cuando vamos al supermercado normalmente compramos más si un producto está barato y nos fijamos mucho en las ofertas. En la compra de activos de inversión, compramos pisos, acciones o bitcoins porque “han subido mucho”.
Esta tendencia, fruto del sesgo psicológico de extrapolar las observaciones recientes al futuro inmediato, es tan potente que hace que en el mercado exista el fenómeno del “momentum”, es decir, que realmente (¡a corto plazo!) se puede ganar dinero invirtiendo en los activos que mejor lo han hecho recientemente.
Lógicamente, a largo plazo, es mucho más recomendable comprar barato y vender caro.
Es imposible predecir la economía.
Esta paradoja es bien curiosa. Vemos como las predicciones económicas y financieras (inflación, tipos de interés, cambio de divisas, consenso en resultados de empresas…) fallan una y otra vez, en ocasiones de forma estrepitosa, pero seguimos intentándolo. ¡No me imagino a un ingeniero civil al que se le caen 7 puentes de cada 10 seguir haciendo sus diseños con las mismas técnicas!
Esta contradicción alcanza su máximo esplendor a principios de año, cuando sesudos analistas con 3 carreras y 2 MBAs nos dan sus predicciones para el año que entra, normalmente sin revisar lo que predijeron para el año que sale. La economía no es una ciencia exacta, pero revestirla de matemáticas y modelos complejos la hace aparecer ante nuestros ojos como una ciencia del estilo de la física.
Es imposible acertar con el “timing”.
Aun suponiendo por un momento que se puede predecir la “tendencia” de ciertas magnitudes económicas, lo que resulta ya del todo imposible es predecir con mínima exactitud cuándo se van a materializar esas previsiones. Con lo cual, la previsión es totalmente estéril en el campo de la inversión.
Por ejemplo, sabiendo que la economía es cíclica puedo predecir con bastante certeza que habrá una crisis con el desplome bursátil correspondiente. ¡Pero no sé cuándo! De modo que cambiar a una cartera muy defensiva ahora puede ser un gran error si la crisis se desencadena en 2023. Es sorprendente la cantidad de inversores y analistas que siguen intentando usar sus “bolas de cristal” en sus estrategias de inversión.
Cifras pequeñas importan mucho.
Ya en su día resaltamos esta idea en el post “Poco es Mucho” de nuestra web.
Por resumir, porcentajes que en otros ámbitos de la vida son irrelevantes, en inversión son trascendentales. Ahorrarse un 0,2% en gastos de nuestra plataforma de inversión o un 0,5% en gastos de un fondo pueden parecer muy poca cosa, pero en inversión tienen una importancia enorme si invertimos a largo plazo.
Gastos en fondos de inversión activa de “solamente” un 2% son la causa de que la inversión pasiva (usando fondos al 0,3% por poner un ejemplo) sea tan popular y venza a la mayoría de fondos activos. La evidencia es clara para quien quiera verla.
¡Que baje la bolsa de una vez!
No, no me he vuelto loco (de momento). Al inversor que aporta periódicamente y que está trabajando con un plazo largo de tiempo (pongamos 20 años) le interesa que la bolsa esté “barata”, incluso que baje. Con ello va comprando activos baratos promediando precios buenos con sus aportaciones periódicas. No importan las pérdidas latentes hoy, sino los beneficios al cabo del plazo de inversión.
Las subidas, por más que nos alegren mucho, son buenas para quien va a vender su inversión (jubilación por ejemplo) o para el que especula entrando y saliendo del mercado. Incluso para el trader “recoger beneficios” tiene la dificultad de volver a comprar a buen precio (el mercado puede seguir subiendo).
El responsable de que nos encanten los bull markets es el sesgo psicológico de buscar el placer y evitar el dolor. Entrar a la cuenta de inversión y ver números positivos nos encanta. Pero odiamos ver números rojos. La aversión al dolor es mucho más intensa que la busca del placer. Por eso muchos inversores venden en un crash y a menudo no regresan al mercado por mucho tiempo.
Conclusión
Es un error extrapolar lo que podríamos llamar “sabiduría popular” al mundo del ahorro y la inversión. Muchos de los fenómenos cruciales son contraintuitivos, nos confunden, y nos llevan al error. Las buenas inversiones son aburridas y la paciencia es esencial. Pero no estamos preparados para aburrirnos durante mucho tiempo. Necesitamos la excitación de la noticia y la novedad de lo que me gusta llamar “el runrrun” de los medios de comunicación.
Nuestro cerebro es maravilloso para muchísimas actividades de la vida. La inversión no es una de ellas.
Próximos artículos.
En próximas entradas vamos a explicar nuestro método de inversión, la inversión impasible, haciendo hincapié en como creemos que resuelve muchos de los problemas de la inversión tradicional para el pequeño inversor.
¡No os lo perdáis!
Articulo publicado originalmente en inBestia.