Del cuaderno.
23 de marzo de 2023.
Para juzgar a una persona u organización hay que fijarse en lo que hacen, no en lo que dicen. Los hechos muestran al desnudo las preferencias. Hablar es fácil y la hipocresía es muy abundante. Hacer una cosa y decir otra.
Ejemplos: Las fiestecitas de Boris*, las promesas electorales,… Si te engañan una vez la culpa es de ellos, si te engañan dos, la culpa es tuya.
* Me refiero al ex primer ministro británico que en la época del Covid celebraba o permitía fiestas en su residencia oficial mientras le decía a la población que se confinase en casa y no invitase a familiares por Navidad.
Profundizando.
Los humanos nos comunicamos sobre todo usando el lenguaje y tendemos a tomarnos en serio lo que alguien nos dice. Con ello nos formamos un juicio que esperamos sea acertado. Pero a la vez los humanos somos contradictorios, usamos la mentira, o aun peor, las medias verdades, para conseguir unos fines personales. En un empleo muy técnico que tuve se nos dio a los ingenieros la consigna de “ser económicos con la verdad” ante una visita de ejecutivos de la empresa interesados en el estado de un proyecto.
Lo que no traiciona nunca, lo que da una idea fidedigna de las personas es el modo en el que actúan. Por eso es que el hipócrita y el mentiroso tienden a ocultar sus malas acciones, especialmente si han estado predicando algo diferente. En vez de preguntarnos ¿qué dicen? Tenemos que preguntarnos ¿qué hacen?
La política es un excelente ejemplo de este concepto. El político no viene a servir al ciudadano, viene a conseguir el poder y perpetuarse en él. Francamente, las campañas electorales (y cada vez más) son de vergüenza ajena. Mentira sobre mentira sobre promesa imposible de cumplir. Y cada vez, de forma inevitable, nos damos de bruces con la realidad de lo que hacen. Desgraciadamente la política influye en nuestras vidas y tenemos por tanto que considerarla y analizarla. Analicemos los hechos y no las palabras.
En un punto intermedio entre la palabra y la acción se encuentra el análisis del lenguaje corporal que permite, al que posea cualidades y entrenamiento, detectar inconsistencias entre lo que pensamos y lo que decimos. Al final los pensamientos son el precursor de la acción.
Relación con el ahorro y la inversión.
Aquí es inevitable recurrir a un consejo de Buffett que nos recomienda que al analizar los gestores de una empresa nos fijemos en si cumplen sus compromisos. Los gestores son una pieza clave del éxito de una empresa. Y para evaluar su labor no hay como mirar los reportes anuales del pasado en los que se suelen anunciar planes y proyectos a futuro. Cuando el futuro viene al presente podemos ver cosas como ¿Se han cumplido las previsiones? ¿Se han ejecutado los proyectos con éxito (coste y tiempo)? Estos análisis nos darán una visión más acertada de lo bueno que es un equipo gestor. Sin olvidar que el futuro es incierto y puede haber previsiones que se incumplen sin tener culpa el gestor.
Cuando nos dicen “lo que queremos oír” debemos de entrada desconfiar. ¿A quién no le gusta ganar mucho dinero con poco esfuerzo en un plazo breve de tiempo? Abundan los anuncios de sistemas de inversión, cursos, etc. que nos prometen exactamente esto. Cada vez que me cruzo con algo así me imagino una gran bandera roja con luces intermitentes y una sirena muy ruidosa que me dice: ¡Peligro! No nos dejemos engañar por estafadores que nos hipnotizan con su palabrería.
En el caso de los gestores de inversiones es difícil evaluar los “hechos” porque los mercados son impredecibles y muy a menudo haciendo lo correcto los resultados no acompañan. Mirar la rentabilidad del último año no es una buena receta. Podemos juzgar mejor usando resultados de plazos más largos. Con todo puede ser más útil analizar la honestidad, transparencia, humildad o coste del producto.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/To9KrQm0eJk