Como inversor lo que más me quita el sueño es la idea de estar basando mi estrategia en principios equivocados. Por eso quiero dar un repaso a los factores que creo ciertos con una probabilidad aplastante para ver si mi método, nuestro método, la inversión impasible, descansa sobre unas bases sólidas. Empezaré desde cero, considerando circunstancias que preceden a la inversión. Veamos:
- Incertidumbre. La incertidumbre es una certeza de la vida y a nivel económico sólo se controla con recursos. Recursos que es conveniente tener ahorrados (lo que se tiene no se pide que decían mis abuelas).
- Dinero malo. Las monedas se deprecian, de forma que no basta ahorrar, hay que invertir. Batiendo a la inflación, si no se acumulan pérdidas.
- Progreso económico. La economía libre de mercado basada en el capitalismo genera riqueza. Principalmente a través de los activos reales y el uso que de ellos hacen las empresas. Por eso nos gusta la inversión en bolsa.
- División del trabajo. La fuerza que ha multiplicado la prosperidad. Por eso nos gusta la bolsa, porque nos permite, sin saber mucho, participar de la riqueza que generan los que sí saben gestionar empresas.
- Largo plazo. Que el mercado suba o baje en un día es prácticamente aleatorio. En una semana lo es menos, en años empiezan a predominar las ganancias sobre las pérdidas. En plazos muy largos los beneficios están prácticamente garantizados. La inversión impasible requiere un compromiso a largo plazo.
- ¡Más largo plazo! El milagro del interés compuesto, unido a la tendencia de la bolsa a crear riqueza, es una fuerza poderosa. Se puede acumular mucho patrimonio ahorrando poco, pero esperando mucho. El tiempo es dinero. Nota: construir una pensión para un recién nacido no es una bobada. Pero os podéis reír si queréis.
- Ciclo económico. La economía, aunque tienda a crecer, es cíclica. Es decir, da dos pasos adelante y uno atrás. Por eso el algoritmo impasible aprovecha las crisis para comprar acciones y los mercados alcistas para venderlas. Este punto está muy relacionado con el largo plazo.
- Los mercados son volátiles. O sea, incluso sin grandes crisis, los precios suben y bajan muy apreciablemente. Esta tendencia va en aumento. ¡Y al algoritmo impasible le encanta la volatilidad!
- No conocemos el futuro. Y por tanto una cartera impasible contiene todos los activos deseables, ya que desconocemos qué activo lo hará mejor en cada momento.
- Nuestra mente nos engaña. Los llamados sesgos psicológicos son posiblemente el peor enemigo del inversor. Por eso un sistema basado en decisiones matemáticas evita los errores de la toma activa de decisiones. Nos gusta decir que “nos protegemos de nosotros mismos”.
- Rentabilidad y costes. La rentabilidad va y viene, pero los costes permanecen. Los costes de invertir se alían con la inflación para devaluar nuestros ahorros. Por ello proponemos el uso de instrumentos de inversión lo más baratos posible.
- El tiempo es escaso. Es decir, es un coste. Y no todo el mundo quiere emplear su tiempo en sus inversiones (aparte del conocimiento requerido). El método impasible permite una rentabilidad satisfactoria trabajando en invertir unos minutos al mes como máximo. De este modo el tiempo puede dedicarse a las cosas importantes de la vida.
Todas estas realidades (y alguna más que me habré dejado en el tintero) me hacen dormir tranquilo al tener la mayoría de mis ahorros invertidos con el método Impasible.
¿Y qué pasa cuando no hay certeza? Cuando no hay certeza es prudente y recomendable ponerse en el caso peor. Por ejemplo, en el debate de las pensiones públicas es mejor trabajar con la hipótesis de que desaparecerán que con la suposición de que se mantendrán o aumentarán. Si te equivocas tendrás un ingreso inesperado, si no te equivocas tendrás las espaldas cubiertas.
Esperamos vuestros comentarios.