Del cuaderno.
17 de mayo de 2023.
Casi todas las personas de éxito, de opiniones con fundamento, que conozco y admiro, tienen una cosa en común: leen mucho. No solo leen mucho sino que seleccionan cuidadosamente lo que leen.
Al final podemos alcanzar a ver lejos porque nos ponemos en los hombros de los que nos precedieron. Y las personas notables que nos precedieron nos han dejado sus contribuciones en los libros. Perdemos mucho si despreciamos estas enseñanzas de los siglos pasados.
Especial importancia tiene leer a los clásicos. Pensamos a menudo que sólo los escritos modernos aportan valor pero como “no hay nada nuevo bajo el sol” es fácil comprobar que muchas ideas consideradas revolucionarias datan en realidad de tiempos muy antiguos.
Como decía un jefe mío, si cuando seas mayor no quieres ser como yo: ¡lee!
Profundizando.
Me he ido dando cuenta a lo largo de los años de que las personas admirables, de pensamiento profundo y conversación interesante, tienen casi todas algo en común: Leen mucho. Pongo por ejemplo al profesor Bastos, que en palabras de uno de sus discípulos, sale un momento al baño y vuelve con un libro leído. Es el caso de Nassim Taleb, que cuenta que en su infancia, en la guerra que asoló Líbano, pasó muchas horas en un refugio subterráneo en el que había infinidad de libros que fue leyendo poco a poco. Creo que esa experiencia contribuyó a hacer de Taleb el gran pensador en el que se ha convertido.
Me gusta decir a las personas que aprecio que lean más libros y menos periódicos. Los medios supuestamente de información tienen su agenda, que no es precisamente la de formar. No digamos lo que nos pudieran aportar (casi nada con honrosas excepciones) las redes sociales. Estos medios nos dan una falsa sensación de “estar informados” pero desde luego hacen más bien poco para que “estemos formados”.
Recomiendo hacer de la lectura un hábito. Hacerlo todos los días. Muchas personas dicen no tener tiempo pero luego desperdician horas diariamente en Facebook, Instagram o X. Contra el argumento de la falta de tiempo suelo decir que bastan, por decir algo, cinco minutos cada día. Con énfasis en “cada día”. Recuerdo que me propuse como reto leer la Biblia completa. De tapa a tapa. ¡Y lo conseguí! ¿Cómo? Pues muy fácil, cada mañana, sin falta, cuatro páginas. A poquitos y cultivando ya de paso la disciplina y la paciencia.
En esto de los libros también tienen su efecto las modas. Muchos lectores tiran a obras modernas, muy recientes, el último de éste o del otro autor. Es una manifestación más del desprecio por lo antiguo. Hay grandes libros modernos, claro está, pero nos perdemos mucho si no leemos a los clásicos. El pensamiento humano sobre las cosas importantes comenzó hace milenios y por lo tanto esas reflexiones plasmadas en textos antiguos son de un enorme interés.
Por otro lado existe un efecto de “purga” de las obras escritas. Me explico. Me quejaba yo con un amigo de que muchas obras modernas son malas o mediocres, mientras que libros más antiguos tienden a poseer una calidad muy buena. La explicación que me dio (creo que acertada) es que los libros tienen su propia vida en el tiempo y que los buenos tienden a sobrevivir mientras que los malos desaparecen. Pudiera ser. Una especie de evolución de las especies literarias.
Los libros son clave en el desarrollo de la civilización. Recuerdo que en bachillerato, sobre todo en literatura y filosofía, estudiábamos a cada autor comenzando por sus influencias. Es decir, qué otros autores, corrientes y estilos habían influenciado al personaje en cuestión. Cada hombre notable no aparece en un vacío, sino que aprovecha el conocimiento anterior que llega a sus manos. Luego construye sobre lo que ya existe. Lo de “estar sobre los hombros de gigantes” que tan genialmente escribió Isaac Newton. En estas influencias los libros tienen un papel protagonista.
Con las obras e ideas anteriores, con los libros de los que nos precedieron, podemos construir algo nuevo sin necesidad de empezar desde cero.
El conocimiento, el verdadero conocimiento, está en los libros. Libros producidos a lo largo de milenios. Libros escritos con las enseñanzas de obras anteriores. Y de igual modo que la imprenta revolucionó el mundo de la lectura y de la difusión de las ideas, hoy en día somos afortunados de tener internet, que nos da acceso rápido y barato a todo el conocimiento acumulado por la humanidad. Tenemos la obligación de aprovecharlo.
Relación con el ahorro y la inversión.
La primera conexión que veo entre este tópico y el ahorro es lo de crear hábitos. El hombre según el refranero “es un animal de costumbres”. Nos resulta más fácil hacer las cosas que hemos sido capaces de incorporar a nuestra vida diaria. Pasa con otras áreas de la vida como el ejercicio. En resumen, que ahorrar debe ser algo que incorporemos en nuestra vida, a lo mejor no cada día, pero si cada mes.
En este sentido, el ahorro debe ser un hábito fácil. Yo suelo recomendar automatizarlo. Esfuerzo cero. De cuenta corriente a cuenta de ahorro o inversión y hasta el mes que viene. Como es lógico, cada cual debe ahorrar dentro de sus posibilidades. Pero cuidado con esto. Si nuestras posibilidades creemos que son 50 euros al mes, lo mismo hay gastos que no nos aportan nada de 250 al mes que se podrían recortar e incorporar al ahorro. Viene por lo tanto a colación lo de que es tan importante crear buenos hábitos como deshacerse de malos hábitos.
Sí, sí, lo sé. Estas cosas requieren cierto esfuerzo. Quitar malos hábitos como lo son estar demasiado tiempo en redes, la vida sedentaria y el gasto que no nos aporta; y sustituirlos por buenas costumbres como leer libros, hacer deporte y ahorrar. Lo bueno es que una vez puesta a punto la máquina suele funcionar ya sin esfuerzo.
En el caso de la inversión veo un paralelismo con la lectura a través del interés compuesto. El interés compuesto, de forma muy simple, es lo de que un dinero consigue unos beneficios que a su vez (los beneficios) producen más beneficios y así se crea una bola de nieve que va creciendo cada vez más deprisa. La lectura proporciona algo similar al conocimiento, ya que lo nuevo que se lee lo podemos relacionar con lo leído anteriormente, creando una mejora acelerada de nuestro conocimiento personal. Lo asimilado de lecturas previas produce beneficios añadidos a los de lecturas presentes.
Se trata en ambos casos de crear círculos virtuosos. Y en ambos casos hay que empezar por lo simple antes de meterse con lo complicado. Invertir en cosas que entendemos y leer obras adecuadas a nuestro nivel de conocimientos del momento. Querer correr antes de saber andar no es una buena receta.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/i879BAzSoe0
Conócete. Si quieres probar el coaching (financiero o de vida) escribe a: juan@entoscoaching.com.