A los impasibles nos gustan las metáforas, fábulas e historias que ayudan a entender la realidad. Muchas de las historias clásicas tienen relación con la economía y la inversión: la cigarra y la hormiga, la liebre y la tortuga, el cuento de la lechera… La primera ilustra la prudencia y la previsión. La segunda que yendo poco a poco se puede ganar a la impaciencia, la arrogancia y la pereza. La tercera nos ayuda a ir paso a paso, a andar antes de correr, a no precipitarnos y soñar descuidando el presente.
Vamos a dedicar este espacio a explicar una analogía que ayuda a entender nuestro método de inversión. La analogía es la siguiente: los impasibles vemos la inversión como un armario con cajones. En los cajones guardamos ropa.
Tenemos cajones para cada activo deseable (ropa que merece la pena tener). Cierta ropa es permanente. Se trata de ropa clásica. Ropa que se puede uno poner siempre: zapatos negros, una camisa blanca, un traje oscuro… Entendemos que una variedad de este tipo de prendas es lo que necesitamos para vestirnos adecuadamente en cualquier ocasión. Esta ropa se corresponde con las acciones diversificadas geográficamente. Los ETFs de bolsa internacional están en la cartera ¡siempre!
Pero a los impasibles también nos gustan los complementos, también clásicos, como por ejemplo las joyas. Para esas ocasiones especiales el que queremos enriquecer nuestro atuendo clásico. Cabe destacar en este grupo de activos permanentes el cajón dedicado al oro, pero también tenemos espacio para activos inmobiliarios y materias primas. Estos activos evolucionan de forma diferente a las acciones, con lo cual obtenemos una cartera más robusta a largo plazo.
Los impasibles no mantenemos esta parte permanente siempre en el mismo estado. Nos gusta cambiarla. La gestionamos cajón a cajón utilizando como referencia los precios. Vendemos en las subidas y compramos en las bajadas. ¡Nos encanta ir a las rebajas!
Para poder ir a las rebajas necesitamos liquidez (dinero). Lo que denominamos activos temporales. Si las rebajas son espectaculares puede darse el caso de que nos quedemos sin liquidez. No suele suceder porque el algoritmo impasible es muy prudente. Pero puede suceder. Dado que hay que conservar el valor de los activos temporales, el método impasible incorpora la inversión de los mismos.
Con la liquidez, mientras no la necesitamos para comprar ropa clásica, compramos ropa de moda. Lo que se lleva. Lo que dicta la industria y los consumidores. Lo que mejor se vende. Comprar lo que está de moda representa la inversión por impulso (momentum). O sea, comprar lo que más está subiendo. Es una estrategia de corto plazo que se abandona en cuanto va decayendo la moda, pero no ha desaparecido del todo. Cuando la moda no está clara, tenemos el cajón de los activos líquidos.
Las estrategias son complementarias. Tenemos la parte permanente (clásica) para el largo plazo y la parte temporal (moda) para el corto plazo. Ambas estrategias son rentables y se complementan. Se ayudan para proporcionar un vestuario a prueba de cambios.
Los impasibles teníamos hasta ahora armarios diferentes. Unos más humildes, de madera normal y con pocos cajones; y otros de castaño, nogal o roble, con más secciones e incluso con una caja fuerte para el oro y los activos líquidos. A partir de ahora tenemos entre todos un armario compartido de mucha calidad, con más y mejores cajones, al que se puede acceder con cantidades de ahorro modestas.
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