Reflexiones

 Reflexión número 15: Austeridad.

junio 7, 2024

Del cuaderno.

6 de abril de 2023.

Se ha convertido en un término peyorativo (personas, gobiernos, empresas) pero yo opino que es una gran virtud. Para empezar nos ayuda a valorar menos lo material en un mundo muy materialista. Saber vivir con menos ayuda a la salud financiera, a poder dedicarnos a cosas sin estar obligados a ganar mucho para mantener un nivel de vida que creo que en el fondo no nos hace felices.

Papá Juan: “Vivo con poco, pero podría vivir con la mitad”.

Profundizando.

Gran frase de mi señor padre lo de vivir con la mitad. Hemos alcanzado unos niveles de bienestar que nos han llevado a que las “necesidades” reales sean un pequeño porcentaje de nuestros gastos totales. Lo cual está muy bien, pero a la vez está mal. Quiero decir, hemos llegado al punto donde ser austero es considerado un defecto más que una virtud. Y yo pienso que debería ser justo al contrario.

Hemos creado un mundo donde nunca tenemos suficiente. Queremos más. No nos llega lo que ganamos. Queremos consumir más y más. Al no llegarnos lo que ganamos recurrimos a la deuda, a vivir de prestado. A aparentar lo que no somos ante gente a la que no le importamos a través de la ostentación. 

Ante este consumismo innegable surgen corrientes de rechazo como el minimalismo. Personas que dan la espalda a un estilo de vida estresante para procurarnos cosas que en realidad no necesitamos. Al final la mayor riqueza es disponer de tu tiempo, de tu vida, lejos de la esclavitud auto impuesta de las apariencias. Estamos perdidos. Buscamos tener un nivel de vida que lejos de hacernos felices nos hace, en realidad, profundamente infelices.

Los políticos y los medios pisotean el concepto de austeridad a diario. Cualquier gobierno que intente poner coto a la deuda crónica que afecta a la mayoría de países es tachado de anti solidario, de poner el dinero por delante del bienestar y cosas por el estilo. Preferimos pan para hoy a costa de generar hambre para mañana. El problema no se circunscribe a los estados. También afecta a empresas y familias. En las empresas se trata de que los directivos quieren “dejar un legado” y para financiar sus proyectos faraónicos utilizan, como no, la deuda. No se endeudan para mejorar la empresa, se endeudan para hinchar sus egos. 

El mal ejemplo de gobiernos y empresas se ha trasladado a las familias. Si ellos lo hacen es porque es lo lógico. ¿Lo es? ¿Tiene sentido satisfacer un deseo hoy trayendo riqueza “del futuro”? La deuda, como muchas otras cosas, es una herramienta que puede utilizarse bien o utilizarse mal. El concepto de deuda buena y mala es muy útil para mantener unas finanzas saludables.

Las culturas más avanzadas han logrado su prosperidad a base de acumular capital. Con frugalidad y sacrificio, el ahorro sirvió para comprar esos bienes de capital que llevan a una sociedad al siguiente nivel. Una de las finalidades del dinero es “ser un problema” en el sentido de promover la asignación de riqueza a las actividades más prioritarias. Pareciera que en el mundo moderno el dinero ya no es un problema, porque puede crearse ilimitadamente de la nada. Las consecuencias de esto son hasta cierto punto previsibles y llegarán en su momento.

Relación con el ahorro y la inversión.

Las personas ahorradoras son en mayor o menor medida personas austeras. Sacrifican su consumo ahora para atender necesidades futuras. Son conscientes de que quieren vivir bien hoy y mañana. Son hormigas y no cigarras. Encontrar el nivel de vida que me puedo permitir y que puedo mantener en el futuro da una gran ventaja para tener un equilibrio financiero y una buena vida. El dinero importa.

Una consecuencia del endeudamiento crónico de la sociedad, en especial de los estados, es que lleva a la devaluación de la moneda. El dinero no respaldado por ahorro incrementa la llamada “masa monetaria” y hace que cada unidad dineraria valga cada vez menos. Los precios suben no porque el valor de lo que compramos aumente, sino porque el valor de lo que usamos para pagar disminuye. 

Mirado de este modo, podemos solamente protegernos de la inflación practicando algún tipo de inversión. En términos sencillos, si ahorro en algo que se devalúa (euros, dólares, libras), tengo que almacenar valor comprando cosas con tendencia a mantenerlo o incrementarlo. Por eso la gente compra pisos, acciones, bonos, oro o Bitcoin. Activos resistentes a la erosión del valor adquisitivo que ahora mismo hacemos recaer sobre las monedas Fiat. Los activos que de algún modo almacenan bien el valor son activos deseables cuya posesión nos ayuda a tener unas finanzas saludables.

El dinero común y corriente ha dejado de ser escaso. Peor aún, cada vez es más abundante. Con lo cual cada vez vale menos. Incluso activos sin flujo de dinero como el oro o el Bitcoin mantienen o aumentan su valor gracias a su escasez. El oro porque anualmente se produce en las minas en torno a solamente el 3% de todo el oro existente. El Bitcoin porque su número total está limitado por las reglas que se impusieron cuando se diseñó.

Por favor, tened en cuenta que todo lo que leáis en esta serie de reflexiones no es recomendación de inversión. 

Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/agJyyA_LRlk 

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Juan Cogollos

Asesor de IMPASSIVE WEALTH FI y editor de impassivewealth.com

Juan Cogollos es licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad de Valladolid. Posee además las titulaciones  de Máster en Value Investing y Teoría del Ciclo por OMMA, Professional Certificate in Management por la Open University y Asesor Financiero por Visualchart.


Profesionalmente se ha dedicado a la ingeniería del software y posteriormente a la inversión. Reside cerca de Oxford (Reino Unido) desde 1999. Dentro del mundo de la inversión le interesan especialmente la historia,
la psicología y la economía de la escuela austriaca, no necesariamente en ese orden. Considera esencial la divulgación de las ideas simples que pueden poner la inversión exitosa al alcance de todos.


“A mi modo de ver como científico e ingeniero, es razonable pensar que podemos aproximarnos a los mercados basándonos en reglas matemáticas. La economía y la inversión no son ciencias exactas como la física, pero obedecen a leyes cuya esencia puede capturarse en términos de probabilidad. Y a través de las probabilidades es posible crear algoritmos que inclinen la balanza de la rentabilidad a nuestro favor en el largo plazo”.

Está certificado como Asesor Financiero con título acreditado por la CNMV.

Desde octubre de 2020 es asesor del fondo de inversión IMPASSIVE WEALTH, FI.

Juan Manuel Rodríguez.

Director de inversiones y Gestor de IMPASSIVE WEALTH FI.

Juan Manuel Rodríguez reside en Madrid. Es arquitecto por la Escuela Técnica Superior de Madrid (ETSAM). Posee el Certificado de Asesor Financiero con título acreditado por la CNMV y ha cursado el Máster en Value Investing y Teoría del Ciclo impartido por OMMA y el Curso Monográfico sobre Gestión de Carteras de Inversión, Renta Variable y Renta Fija impartido por el CEF.


Profesionalmente se ha dedicado al Cálculo Estructural en el ámbito de la edificación y posteriormente a la inversión, siendo el autor del “algoritmo impasible” un método matemático de gestión de activos financieros, base de la gestión del fondo Impassive Wealth FI.


“El algoritmo impasible es un sistema de control de la liquidez, por tanto, es un mecanismo de control del riesgo en una inversión, está programado para comprar más barato y vender más caro que la posición promedio en un activo financiero, reduciendo significativamente la volatilidad del activo al que se aplica”.

Está certificado como Asesor Financiero con título acreditado por la CNMV.

Desde septiembre de 2018 es el gestor del fondo de inversión IMPASSIVE WEALTH, FI.