Del cuaderno.
14 de abril de 2023.
Muchas veces se habla de “momentos trascendentes” como una reunión de negocios, una competición deportiva… Esto, lógicamente, genera ansiedad que nos puede hacer fracasar. Controlar esa ansiedad no es fácil de lograr.
Pero por otro lado esos momentos que pueden cambiar tu vida son, mirados tiempo después, menos importantes de lo que parecen en el momento.
Profundizando.
En el “fragor de la batalla” vemos las cosas dándole una importancia trascendental que el tiempo se encarga de desbancar. El partido trascendente, las elecciones en las que “nos la jugamos”, el combate de boxeo del siglo (hay como varios cientos cada siglo), la negociación que cambiará esta empresa… Soy partidario de rebajar el nivel de dramatismo. Por varios motivos.
En primer lugar porque las cosas no son tan importantes como creemos en el momento. ¿De cuantas decisiones “de vida o muerte” ya no te acuerdas? Los medios de comunicación se encargan de ponerle gasolina a la actualidad. Esas elecciones generales “trascendentes” pueden serlo para los candidatos, pero dudo que lo sean tanto para la inmensa mayoría de los ciudadanos. Este clima de sobre excitación parece haber empeorado. El ciclo de noticias es, ahora mismo, 24/7. O sea 24 horas al día los 7 días de la semana. Sin descanso. Nos levantamos por la mañana y es más urgente mirar el teléfono que ir al baño. Para ver qué ha pasado, para estar informados.
En segundo lugar porque resulta difícil evaluar la trascendencia de algo a priori. Incluso después de haber sucedido, hasta que ha pasado mucho tiempo. Eventos que marcan una vida hay pocos, y los que hay no se revelan como tales hasta mucho tiempo después de ocurrir. Éstos, los hechos realmente relevantes, a veces suceden por azar y muy a menudo no reciben la atención que merecen en el momento de suceder.
Por todo esto yo recomiendo tranquilidad. Quitar dramatismo a estas cosas tan sumamente importantes que lo serán o no lo serán vistas con la perspectiva del tiempo. Enfatizar en exceso la importancia de las cosas nos crea tensión, ansiedad, rigidez… Y muchas veces sobre algo que puede no tener la más mínima importancia. No lo sabemos.
Suelo recomendar a menudo leer más libros y menos periódicos. Lo de los periódicos se debe extender a noticiarios en televisión, webs y plataformas digitales. La labor de periodistas y personas influyentes en redes es la de captar tu atención, que pinches en las noticias, que entres en esa vorágine que solo es trascendente para ellos. Que nada perturbe tu paz. En los libros, sin embargo, hay conocimiento.
Relación con el ahorro y la inversión.
Pocos mundos tienen tantas distracciones irrelevantes como el mundo de las finanzas. Asomarse a los medios financieros es como meterse una dosis masiva de adrenalina en vena. Venda esto, compre aquello, se desploma tal economía, transcendente reunión de este o aquel banco central…
En inversión las virtudes esenciales no son la flexibilidad y la acción continua. Sino más bien la constancia y la paciencia. Las crisis pasan. Los eventos cruciales pasan y, dejando su huella, terminan determinando nuestra prosperidad muchísimo menos de lo que cabría entender leyendo los titulares. La hiperactividad es nociva para tu cartera de inversión. Puede que hasta para tu salud.
Si ahorras cada mes el 20% de tus ingresos, construyes un colchón de seguridad e inviertes los excedentes mes tras mes tras mes con un plan razonable, la prosperidad llamará a tu puerta casi con total seguridad.
¿Te acuerdas del 19 de octubre de 1987? Te hablo del lunes negro en el que el índice Dow Jones cayó en un solo día un 22.6%. Para el que vendió en pánico sí que fue un evento trascendente que puede haber destruido su patrimonio para siempre. Para el que se quedó tan tranquilo o incluso aprovechó para comprar acciones baratas no fue importante. Éste siguió, a fuego lento, construyendo su futuro.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/iKUT90wLoYQ
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