Del cuaderno.
28 de abril de 2023.
El futuro es incierto. Esta afirmación no admite discusión. Es la base de la economía de la Escuela Austríaca y de la “acción humana”.
Los humanos empleamos mucho tiempo y energía mitigando la incertidumbre. Es curioso que habiendo el progreso humano mitigado las incertidumbres más severas: hambre, enfermedades, pobreza… estemos sumidos (palabras de los profesionales) en una epidemia de ansiedad. Además esto sucede más en los países más desarrollados.
Aceptar la incertidumbre me parece clave.
También relativizar, desdramatizar, vernos (que en general lo somos) como privilegiados.
Profundizando.
Este tema es de los grandes, de los realmente importantes. Interiorizarlo es casi imprescindible para tener una buena vida. Repetid lo siguiente por favor: “la incertidumbre existe y no se puede eliminar”. El futuro no está determinado, no depende enteramente de nosotros y por lo tanto es conveniente estar preparados para lo que pueda venir.
La incertidumbre, no siendo posible eliminarla, si se puede mitigar. Un ejemplo clarísimo es la industria de los seguros. Con pequeñas aportaciones de mucha gente se pueden cubrir riesgos. Evitar que haya accidentes es imposible, pero atenuar sus consecuencias es posible y de hecho se hace. Buena parte del progreso humano consiste en domar incertidumbres. A veces pasándonos incluso. Hasta hace no tanto tiempo el hambre era un problema (en algunos sitios lo sigue siendo). Ahora el problema es, pongo por caso, la obesidad.
Es importante destacar que siendo el futuro incierto, todos tenemos una cierta influencia sobre él. Es decir, nuestras acciones tienen unas consecuencias en lo que vaya a suceder. Nuestra influencia sobre nosotros mismos puede ser modesta, pero no despreciable. Cuidar la salud (física y mental) nos dará un beneficio en el futuro. En resumidas cuentas, que tenemos una responsabilidad sobre nosotros y sobre los demás de cara al futuro. Afectar al futuro de la humanidad es complicado y pocas personas lo logran, pero digamos que tenemos una esfera de influencia que empieza en nosotros mismos.
El problema más grande con la incertidumbre es que la mayoría de personas la detestan. Nos pasamos la vida creando “certidumbre”. Estudiando lo que se paga bien aunque no nos atraiga. Trabajando por cuenta ajena porque “cae” la nómina cada mes, frente a tener ingresos irregulares de clientes que encima tenemos que conseguir. Yo creo que la mayoría prefieren un sueldecito “seguro” aunque sea modesto que la posibilidad de ingresar mucho más con un negocio. Esto se debe en buena medida a ese rechazo a la incertidumbre. Lo de querer ser funcionarios del gobierno viene por ahí.
Una tendencia para mi preocupante a este respecto es la educación de los niños y jóvenes en nuestros tiempos. Los protegemos demasiado. ¡Que no se caiga! ¡Que no le falte de nada! Esa sobreprotección genera una capacidad reducida de afrontar la adversidad. La resiliencia es un músculo que si no se entrena se atrofia. A ver, tampoco hay que exponerse a peligros innecesarios; pero el coste-beneficio de dar libertad a riesgo de accidentes de poca gravedad es algo a considerar cuidadosamente.
Me resulta enormemente curioso que es justamente en los países más desarrollados, que han logrado eliminar muchas incertidumbres, donde los problemas mentales relacionados con las mismas abundan más. La ansiedad no deja de ser una reacción a no saber “qué va a pasar”. Un miedo no manejado correctamente. Tampoco las soluciones que damos como sociedad a estos problemas me parecen las más adecuadas. Basta ver estadísticas del consumo de medicamentos para la salud mental para darse cuenta.
Relación con el ahorro y la inversión.
El ahorro y la inversión están muy relacionados con la incertidumbre. Empezando por que se practican precisamente para mitigarla. El ahorrador piensa en guardar para el día de mañana. Por lo que pueda venir. Para tener recursos que ni siquiera sabemos para qué necesitaremos utilizarlos. La inversión es necesaria para combatir la inflación, pero en el fondo es lo mismo. Tener poder adquisitivo en el futuro que nos vendrá muy bien porque no conocemos hoy a qué tendremos que enfrentarnos.
Pero en si la inversión genera nuevas incertidumbres que se traducen en miedos. ¿Y si pierdo dinero? Y de nuevo es mejor un beneficio minúsculo pero regular (caso mencionado de la nómina) que un beneficio muchísimo mayor pero que tendrá altibajos por el camino. Solamente venciendo estos miedos podrás obtener una rentabilidad que compense y supere holgadamente a la inflación.
Nuestros ahorros son para cubrir necesidades básicas el día de mañana y es por eso que cualquier pérdida posible genera mucha ansiedad. Incluso con las perdidas “en papel” calculadas con los precios del día de algo que no tenemos intención de vender hasta dentro de muchos años. En cualquier caso, y es una de mis frases favoritas, si tus inversiones no te dejan dormir algo estás haciendo mal.
Al final una buena vida, en el dinero y en lo demás, se basa en el autoconocimiento. Conoce tu tolerancia al riesgo y actúa en consecuencia. El riesgo existe y siempre estará ahí. No deja de ser una incertidumbre inerradicable más.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/MvRYA2YXk-A
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