Del cuaderno.
29 de abril de 2023.
Personalmente creo que ser famoso debe ser horrible. Que te conozca todo el mundo y te mire, y te hable o quiera hacerse una foto contigo me parece muy perturbador. Quizá sea mi personalidad.
Sin embargo todos queremos de algún modo tener éxito y tener mucho éxito puede llevar a la fama.
Muchos famosos no saben manejar su estatus. Supongo que no es fácil. Tu vida se mira con lupa. Cada gesto, cada movimiento, cada aparición… Es un tema desde luego fascinante. Llevarlo bien requiere personalidad, que no te afecte lo que digan o piensen otros.
Profundizando.
No sé muy bien por qué, pero se me ha venido a la cabeza aquello de “que Dios no te dé lo que quieres, sino lo que te conviene”. Reconozco que yo no sabría manejar muy bien lo de ser muy famoso. Tiene que ser agotador, pero habrá gente a la que le encante. Y ser famoso localmente (en un solo país pongo por caso) todavía te permite encontrar la paz en otros sitios. Aunque hoy en día la fama es un proceso más global por el efecto de las redes sociales.
Como todo, tiene partes positivas y negativas. Entre lo positivo para mi está que la fama valida el éxito. Un buen trabajo, o al menos un trabajo que gusta, se ve recompensado. Un gran actor o un gran artista se ven catapultados a la fama porque sus creaciones han conectado con el público.
Ser famoso también permite lograr cosas buenas que nos resultan complicadas a la gente normal. La mera presencia, la participación en un proyecto, generan atención y eso es tremendamente valioso. Miles de millones se gastan cada año simplemente en captar atención. Siendo famoso puedes llevar la atención de la gente a tus intereses y a tus causas.
La fama, aunque algunos famosos no sean conscientes, viene con una gran carga de responsabilidad. Te conviertes en un ejemplo para muchísimas personas. Puedes ser un buen ejemplo o todo lo contrario. Puedes inspirar a niños y jóvenes o llevarlos por el mal camino. Tener ese poder tiene que intimidar un poco.
Sucede a menudo que los famosos alcanzan su estatus a edades muy tempranas y esto puede ser un gran problema al no estar totalmente formados como adultos. Tener cerca un buen equipo, una red de soporte potente, es esencial. Hay múltiples ejemplos. A mí me gusta el campo del deporte donde el equipo que trabaja con la estrella casi determina el éxito tanto como el talento o el trabajo.
La fama suele ir acompañada del dinero y eso puede multiplicar los problemas. Mucha gente acude “al olor de la sardina”. Gente a la que no interesas lo más mínimo y que tratará de esquilmarte. Ese entorno de aduladores y aprovechados pueden hacer que el famoso viva en una burbuja. Por eso puede haber mucha soledad en medio de la multitud. Me refiero a no tener mucha gente que te diga realmente lo que piensa porque te quieren sinceramente. Debe ser triste. El halago, por otro lado, debilita.
Al final todo pasa. Nuestro tiempo es limitado. Lo importante para mí seria utilizar la fama para alcanzar unos propósitos nobles. Pero vamos, ya veis que tengo un sesgo personal contrario a hacerme famoso. Que de todos modos no es fácil.
Relación con el ahorro y la inversión.
El mundo de la inversión a veces es como un gallinero con una cantidad de ruido inmenso. Ese es el caldo de cultivo para los “inversores estrella”. Carismáticos. Muy famosos. De los que con unas declaraciones pueden mover el mercado.
Personalmente soy reacio a dejarme deslumbrar por estos inversores influyentes. Escucho lo que dicen, naturalmente, pero sin concederles propiedades mágicas, casi divinas, como parecen hacer muchas personas.
Muchas de estas estrellas suben al infinito y caen en el abismo. Las masas los encumbran y los trituran. Hay como una caja de resonancia muy extremista que oscila como un péndulo y que hace que el rey de la inversión se convierta en un árbol caído sin que medie mucho tiempo entre una situación y la otra. Ni son tan buenos como se dice en los momentos buenos, ni tan malos como se dice en los momentos oscuros.
Recordemos que son humanos. Que se equivocan. Todo jugador puede tener un mal partido. O peor, una mala racha. La inversión tiene una componente muy acusada de suerte. Predecir el futuro es imposible y eventos desfavorables raros suceden y pueden desmontar cualquier tesis de inversión, por más que se haya hecho con sensatez y con esfuerzo. Y con talento.
El gestor de inversión famoso también tiene unos incentivos para hacerlo bien y no perder su posición de fama. O para no hacerlo mal. Ahí los inversores particulares llevamos ventaja porque podemos hacer lo que queramos pensando independientemente y sin tener que responder ante nadie más que ante nosotros mismos. Los propios profesionales, a veces, lo reconocen.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/H7sWNJgOWv4
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