Del cuaderno.
26 de abril de 2023.
Nos preocupamos sobre todo de las grandes cosas pasando por alto las pequeñas. Yo pienso que buena parte de nuestra felicidad proviene de las pequeñas cosas y de saber disfrutarlas. Las cosas simples, triviales y cotidianas, si sabemos apreciarlas, pueden aportarnos mucho bienestar.
Nuestros hábitos cotidianos, nuestros rituales diarios, nos aportan serenidad, nos hacen sentirnos bien.
No demos por supuestos y garantizados los placeres que nos aportan las cosas pequeñas. Hagamos un esfuerzo consciente para estar presentes y apreciarlas al máximo.
Profundizando.
Tendemos a centrarnos en los grandes proyectos de nuestras vidas: nuestra carrera, nuestra empresa, nuestros planes de transformación… Nada más lejos de mi intención que opinar en contra de esto. A la vez muy en contra de dejar de lado las cositas pequeñas del día a día que parecen no tener importancia.
En primer lugar, un viaje largo hacia ese destino soñado se compone de pasitos minúsculos. El ascenso a pie de una montaña se produce paso a paso y cada paso tiene importancia. Teniendo en mente solamente el destino nos perdemos los detalles de cada piedra, cada planta y cada pájaro que encontramos por el camino. Saber disfrutar de estas trivialidades es importante. Muy relacionado con “estar presente” de forma consciente. Mirar, apreciar, presenciar, disfrutar.
Curiosamente, cuando alguien nos deja, tendemos (yo a menos) a acordarnos de detalles. ¿Qué comidas le gustaban? ¿De qué disfrutaba los domingos por la mañana? ¿Qué gesto sencillo de cariño nos ayudó a vivir mejor? En resumidas cuentas, quiero reivindicar el valor de lo cotidiano como fuente de bienestar. Requiere esfuerzo. La rutina nos dispersa de disfrutar ese atardecer, ese paseo corto, ese cuento que leemos a un niño… Creo que merece mucho la pena hacer el esfuerzo de valorar y apreciar esas cosas que nos regala la vida. En vez de planear unas vacacione extraordinarias, podemos tomarnos la molestia de ir a ver ese pueblecito interesante que nos pilla tan cerca.
El hombre es un animal de costumbres. Y eso es muy positivo, sobre todo si logramos adquirir buenos hábitos. Leer dos páginas diarias de un libro puede parecer poca cosa, pero si se hace cada día, sin falta, el efecto se va amplificando. Es importante, pienso yo, que esa rutina de lectura no nos impida disfrutar de ella como si fuese la primera vez. O la última, que bien pudiera ser.
El pensamiento de que lo mismo es la última vez que hacemos algo no es agradable, pero se puede usar para dar foco al disfrute de lo cotidiano. También el agradecimiento. Las cosas que tomamos por seguras nos impiden a menudo ver lo afortunados que somos. Agradezco este café que me estoy tomando con buena salud. Espero que no sea el último, pero algún día lo será.
Relación con el ahorro y la inversión.
Pues resulta que las cosas simples y cotidianas que nos pueden hacer felices no son especialmente caras. El bienestar que nos producen no tiene mucho que ver con el precio. Por ejemplo, la costumbre tan común de pasar las vacaciones en el pueblo puede ser enormemente satisfactoria. No es necesario irse al otro lado del mundo.
Muchos de los gastos que se hacen, gastos que son lujos, se hacen para llenar un vacío, o para ser validados socialmente, impresionar a amigos y conocidos. Son gastos prescindibles que nos ayudarán si los suprimimos a tener una buena salud financiera a través del ahorro.
Pero la relación más importante entre este tema y la inversión es que “lo pequeño importa”. El resultado de invertir depende de las cantidades y del tiempo, de modo que cantidades muy modestas en plazos muy largos pueden proporcionar grandes resultados. A menudo se descubre esto demasiado tarde, cuando para llegar a un objetivo en cierta fecha se necesitan recursos enormes.
Si queremos dar un empujón económico en la vida a nuestros niños, la manera de hacerlo puede ser con diez euros al mes desde que nacen. En 20 o 25 años, con una cantidad tan pequeña, habremos reunido algo apreciable que pudiera marcar la diferencia en su vida.
En inversión, salvo que se tenga riqueza familiar ya de entrada, casi seguro que empezaremos de forma muy modesta. Afortunadamente, con cantidades pequeñas y paciencia, podremos llegar a acumular un patrimonio que nos dé tranquilidad financiera.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/v9sVFUn5HDo
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