Del cuaderno.
3 de mayo de 2023.
La vida está hecha de prioridades en un entorno de recursos limitados. Por eso es importante saber decir que no a lo que no contribuye a nuestros objetivos.
Por ejemplo, es tan importante (puede que más) eliminar malos hábitos que adquirir buenos hábitos.
La verdad es que decimos que no aunque no nos demos cuenta, porque cada acto significa renunciar a sus alternativas. Posiblemente una buena costumbre sea hacer esto de forma consciente.
Profundizando.
No sé a vosotros, pero a mí me traiciona a menudo el querer hacer demasiado. Cosas que deseo hacer y a las que quiero contribuir me llevan a comprometerme en exceso en demasiados proyectos. La descripción exacta de esto se condensa en la expresión inglesa over commitment, que podría traducirse como “sobre compromiso”, o sea, comprometerse más allá de lo razonable. Este efecto puede estar muy relacionado con la empatía cuando se traduce en el deseo de ayudar a otros, a veces a expensas de nosotros mismos.
Querer complacer no es necesariamente malo si es algo consciente y razonable. Encuentro importante tener en mente que los recursos son limitados y es imposible atender a todo. El recurso que viene más al caso en este contexto es el tiempo. Elegir entre lo que se hace y lo que no se hace requiere de cierta sabiduría. Estas renuncias pueden llevar a sentimientos de culpabilidad por egoísmo. Personalmente pienso que si uno no está bien no puede ayudar a los demás, de modo que el egoísmo (cuidarse) puede ser, paradójicamente, una forma de altruismo.
A efectos objetivos encuentro útil el concepto de coste de oportunidad. Cada decisión que tomamos, mejor dicho, cada acción que ejecutamos, tiene un coste de oportunidad que consiste en las cosas a las que renunciamos con ello. Puntualizo que no actuar es también una decisión. Es un concepto muy simple que se entiende mejor con ejemplos. El dinero es un buen ámbito para esto, pero no el único. Si hago un curso que me interesa muchísimo y que me cuesta unos miles de euros estoy renunciando (pongo por caso) a unas buenas vacaciones. Las vacaciones son el coste de oportunidad.
Insisto, el concepto de coste de oportunidad puede utilizarse en cualquier ámbito, no solo en el económico. Si decido tomarme el día libre el coste de oportunidad es todo lo que podría hacer en ese día si lo aprovechase de forma productiva. Vemos pues que, de forma implícita, decir a algo que sí significa decir a otras muchas cosas que no. Se me viene a la cabeza un ejercicio de introspección que consiste en preguntar ¿A qué le dices sí? y ¿A qué le dices no? Encuentro útil, a la hora de decidir, tener en consideración estos costes de oportunidad. No todos, que son demasiados, pero al menos los más importantes.
Tengo la sensación de que saber decir “no” es un hábito de la gente productiva.
Decir que no, eliminar, quitar, renunciar… son cosas muy relacionadas con la vía negativa, otro de mis conceptos favoritos. Eliminar puede ser tan útil (o más) que añadir. Dejar de beber alcohol puede ser tan o más beneficioso que hacer más ejercicio. Claramente ambas cosas no son incompatibles, pero tendemos a incorporar más que a dejar de hacer.
Relación con el ahorro y la inversión.
En ahorro e inversión la clave es tener presente la idea de que actuamos en un entorno de recursos limitados. Ahorrar es de por si renunciar al consumo inmediato. El que ahorra dice no a una infinidad de productos y servicios que el mercado pone a nuestra disposición. No es fácil. Por eso muchas personas no ahorran. Todo gasto tiene el coste de oportunidad de emplear ese dinero en comprar otras cosas. Ampliando el foco considero importante ver el ahorro como un coste de oportunidad del gasto. Sobre todo del gasto caprichoso, compulsivo o innecesario. Ahorrar es importante.
En inversión todo esto es enormemente relevante. La cantidad de posibles activos de inversión hoy en día es brutal. Al ser el dinero disponible limitado necesariamente habrá que renunciar a ciertas inversiones. Con el consiguiente coste de oportunidad. Nos gustaría invertir en todo pero eso es imposible.
Un ejemplo claro de coste de oportunidad es la inflación. La persona que ahorra pero no invierte (típicamente por miedo) está soportando un coste de oportunidad sutil que es la pérdida de valor adquisitivo de sus ahorros.
Se considera en general que el coste de oportunidad de mantener liquidez (dinero en efectivo) es la rentabilidad en cada momento del llamado “activo libre de riesgo”. Este concepto, bastante admitido, hay que cogerlo con pinzas porque muy pocas cosas, puede que ninguna, son enteramente libres de riesgo. Hecha esta puntualización comento que los bonos de máxima calidad de un gobierno es lo que se considera activo libre de riesgo. El ahorrador no inversor está sufriendo la inflación y encima está renunciando a dicha rentabilidad sin riesgo. La suma es el coste de oportunidad.
Sin irnos por las ramas, el dinero a invertir es limitado y las posibilidades casi ilimitadas. Una buena estrategia es ser muy selectivo. O sea, dejar pasar inversiones que nos puedan parecer atractivas hasta encontrar aquello que realmente nos convence sin ningún género de dudas.
Evitar inversiones dudosas, timos y estafas es la mejor manera de decir no en este campo. En caso de duda, la respuesta debe ser no.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/AH_HSuedt1Y
Conócete. Si quieres probar el coaching (financiero o de vida) escribe a: juan@entoscoaching.com.