Del cuaderno.
8 de mayo de 2023.
En un sentido amplio lo natural es todo aquello que se basa en unas reglas derivadas de la esencia de las cosas. En biología sería la necesidad de agua y oxígeno para muchas formas de vida, cómo se alcanza el equilibrio en un ecosistema, etc.
En economía son naturales la ley de la oferta y la demanda, la determinación de precios y muchos otros fenómenos que a su vez derivan de la naturaleza humana.
Nos encanta interferir con estas cosas naturales en casi todos los órdenes creando en ocasiones auténticos desastres. Los ejemplos son múltiples a lo largo de la historia de la humanidad.
Profundizando.
Tiene este tema mucho que ver con los sistemas complejos y con los efectos no deseados de las acciones. Nuestra mente gusta del pensamiento lineal de simple causa y efecto. Pero muchos sistemas contienen lazos de realimentación (los efectos son a su vez causas) o son de naturaleza exponencial (el efecto amplifica cambios en las causas a lo largo del tiempo).
Hay que pensar en los efectos secundarios de cada intervención. Preguntarse: ¿Y entonces qué? Dejar que las cosas se desarrollen sin intervenir siguiendo las leyes naturales es también una opción, no lo olvidemos. A la vez hay que admitir que intervenir para resolver problemas es perfectamente razonable. Siempre y cuando se haga un análisis de riesgos. Considerar los efectos de segundo orden es importante. Bueno, y los de tercer orden, los de cuarto orden y así sucesivamente.
Con ejemplos se entiende mejor. Me hablaron hace tiempo de la invención de una bacteria, creada artificialmente, que se alimenta de petróleo. Su utilidad era “eliminar” vertidos de crudo, bien por accidentes, bien en zonas donde se limpian petroleros. Teóricamente la colonia de bacterias muere cuando termina el trabajo, porque se queda sin comida. Con todo lo anterior, que suena muy bien, puede haber efectos inesperados. Puede que la presencia de la bacteria interfiera con la entrada de luz solar en el mar y que esto perjudique a ciertas algas que a su vez son comida para ciertos peces, que a su vez es de lo que se alimentan depredadores, que si mueren ya no controlan la población de otras especies dañinas… El problema es que todos esos efectos son carambolas que abren un abanico de eventos imposibles de prever.
Una disciplina fértil para encontrar estos efectos es la medicina. Todo medicamento tiene efectos no deseados, de hecho el término “efecto secundario” se aplica muy a menudo en farmacología. Creo que no se piensa demasiado en las consecuencias al prescribir un tratamiento. En muchos casos usamos fármacos cuando no son necesarios. Para tratar una fiebre leve, pongo por caso. La fiebre es un mecanismo de defensa natural y el beneficio no va más allá de sentirse un poco mejor. En otros casos se usan medicinas para enfermedades causadas por el estilo de vida. Supongo que es más fácil tomarse una pastilla por la mañana que mejorar la dieta.
Se tome el ámbito que se tome es sencillo encontrar ejemplos. El análisis de coste contra beneficio es esencial. También considerar qué sucedería si no hacemos nada. Y por último ver las posibles consecuencias de interferir con la naturaleza. Esto último es complicado de forma que considerar no intervenir tiene mucho sentido.
Como dice el refranero: la naturaleza es sabia. Tenemos como sociedad que ser cuidadosos cuando juguemos a ser Dioses interfiriendo con ella. Especialmente en los tiempos que corren donde ciertas tecnologías como la ingeniería genética y la inteligencia artificial posibilitan cambios muy drásticos del orden natural.
Relación con el ahorro y la inversión.
La economía, tan relacionada con el ahorro y la inversión, tiene sus leyes naturales también. Los humanos, dejados a su libre albedrío, deciden espontáneamente innovar e intercambiar. Inventan algo llamado dinero que facilita enormemente el intercambio. Inventan también el sistema de precios con el que de manera descentralizada y, de nuevo, espontánea, se regulan los mercados.
En este orden de cosas se termina inventando también el préstamo con interés, que permite que la economía funcione mejor asignando recursos excedentes a proyectos carentes de ellos. El interés, determinado libremente entre las partes, recoge mucha información sobre, entre otros, el riesgo del que recibe el préstamo, la abundancia de dinero, el optimismo en los negocios, etc.
Todo lo anterior tiene una forma “natural” de desarrollarse. El caso es que se toman cada día miles de decisiones que interfieren con este orden natural. La más llamativa, y puede que la más nociva, es la manipulación de los tipos de interés en los préstamos. Pero hay muchas más interferencias, sobre todo procedentes de los políticos y encaminadas, por supuesto, a mantenerse en el poder.
No digo que todas las normas en el campo económico sean negativas. Simplemente afirmo que no se considera la posibilidad de no hacer nada y que no se piensa en los efectos de tales medidas. Es muy simple darse cuenta de cómo un gobierno o parlamento considera casi siempre “hacer algo” nuevo, pero casi nunca eliminar alguna norma. De este modo, con el tiempo, las regulaciones devienen asfixiantes y poco razonables.
Todo esto, por supuesto, afecta al ahorro y la inversión. De entrada, las regulaciones financieras hacen de la inflación un mal endémico. Ahorrar es duro. A la vez es deseable. Que el dinero ahorrado vaya perdiendo poder adquisitivo no ayuda. Algo parecido pasa en inversión, donde hay que estar pendientes del ordeno y mando político para decidir en qué confiar tu dinero. Las interferencias en la naturaleza económica tienen un impacto serio en los beneficios de las empresas.
Tengo un amigo con el que hablo de vez en cuando de inversión y que parece estar siempre pendiente de una nueva ley o normativa para comprar acciones en un cierto sector. No lo critico. Es más, creo que es importante estar al día de estas interferencias. Desgraciadamente.
Reflexión improvisada en audio: https://youtu.be/NmkjXAay7MY
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